Mi novia está de viaje. Salgo a un pub a ligar. No ligo nada. Debe de ser la edad o esta barba de mendigo que me está saliendo. No estoy a la moda. Las chicas del local prefieren mirar a los jóvenes musculosos: tíos buenos que bailan, con ropa barata de Zara, en la pista de baile. Jóvenes que nunca han leído a Schopenhauer. Jóvenes sin nada en la cabeza.
Se me ocurre una idea. Escribo en una nota la cantidad de dinero que cobro cada mes. Me pego esa nota en la frente.
Poco a poco voy notando cómo las chicas me van mirando de otra manera. Al llegar al pub todas me miraban como si fuera el portador de una enfermedad infecciosa: ninguna se acercaba a mi, luego, al ver que tengo una nota pegada en la frente empezaron a mirarme como si fuera un gilipollas: pero, en el momento en el que leyeron la nota, quedaron sorprendidas: pensativas:
-¿3.500 euros al mes?..jo… ¿Será verdad?
Y recuerdan sus vidas miserables, con trabajos que podrían desempeñar personas con el síndrome de down: cajeras de supermercado, secretarias mileuristas, dependientas babosas capaz de sonreir mientras te cagas en sus madres con tal de que les compres algo y consigan su correspondiente comisión:
-Nosotras cobramos 800 euros al mes -piensan-. Ligarse a ese tipo es una ocasión para prosperar en la vida.
Se olvidan de los jóvenes musculitos del pub. Ahora todas me dirigen miradas lascivas: sonrisas: me comen con los ojos: se han enamorado de mí:
todas quieren sobrevivir, vivir mejor en este mundo donde el cenit personal se logra teniendo mucho dinero con el que poder comprar cosas. Yo, cuantas más cosas materiales tengo, más sucio me siento. En cambio, no detecto remordimientos cuando, una hora más tarde, tras elegir a la que más juventud y tetas tiene, eyaculo dentro de su vagina, como quien escupe flema verde dentro de un clinex. Y, luego, le digo que se vaya a la mierda.
Algunas mujeres no sirven para nada más. Han nacido para que se les eyacule dentro y luego olvidarlas. Para una persona culta e inteligente, como yo, sólo pueden ser útiles como recipiente de mi semen. Es una pena la superficialidad que reina en sus mentes. Es que ni siquiera leen a Paulo Coelho. Únicamente leen catálogos de “Mango”
viernes, 7 de diciembre de 2007
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