sábado, 5 de mayo de 2007

Eres una gallina ponedora de huevos

Post extraído de el blog del eZcritor. Lo pongo aquí porque es el que más me ha gustado de todos los que he leído, y aprovecho para añadir su blog en los enlaces :-D
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Cada vez que, inconscientemente, le digo:

-Te quiero.

La miro asustado. Pienso que se va a enfadar: porque se me ha escapado tu nombre. Estúpido de mí, pensé que te llamabas “te quiero”. Tantos años diciéndote “te quiero” sólo a ti, que ahora –aunque lo hayamos dejado- siento que es tu nombre, que te estoy traicionando: a ti y al orden decente de las cosas ¿Por qué me siento en pecado? Nunca debí de haber prometido que te cuidaría para siempre: porque lo prometí de verdad y ahora estoy, lejos, queriendo a otra, incumpliendo: me siento merecedor de arder en el más grande de los infiernos. Como te pase algo, como alguien entre en tu casa y te viole, me cortaré el cuello: tras encontrar a esa persona y cortárselo a él.

Y, mientras camino por la calle, las mujeres con sueldos bajos, trabajos mediocres, me miran con deseo. Sobre todo cuando llevo chaqueta de vestir y parezco una persona de éxito. Son las mismas tías buenas que ni me miraban cuando estaba en el instituto. Ahora se conforman con cualquier cosa. Soy un animal al que hay que capturar. No porque sea guapo y musculoso. Sino porque ellas están notando que, dentro de poco, tendrán demasiadas arrugas para gustar a primera y a segunda vista: porque ellas se sienten mal: todas sus amigas, o se han casado o tienen novios fijos. Tengo la edad perfecta para casarme. Pero es una tontería que me case a los 33 años. Ya ha pasado la mitad de mi vida. Lo que queda, es lo peor: la vejez, la decrepitud: cada día estoy más feo, más gordo. Prefiero pasar solo lo que me queda de existencia. El matrimonio es algo absurdo para débiles. Algo no natural.

-No pienso casarme contigo ni con nadie.

Me la follo y me aburro. Imagino a otras mujeres. Cambio de postura para ver si consigo no perder la erección. Alzo sus piernas y se las dejo vertical a la cama. Se la meto por uno de los dos agujeros. Pero sus pies llegan a mi nariz. No se ha quitado los calcetines. Le huelen los pies. Pierdo la erección.

-¿Ya no te excito, mi amor? –me dice.

¿Cómo decirle que le apestan los pies sin romperle el corazón?

-No, mi amor. Lo que pasa es que ya estoy viejo. Se me cae la polla al suelo, como una hoja de árbol en otoño.

-¿No puedes dejar de hablar así? Es que… ¡Cómo jode que te digan metáforas cursis cuando te dejan a medias!

Echo de menos los tiempos en que sudaba haciendo el amor. Cuando hacer el amor era una prueba que superaba de triatlón. Cuando era un intrépido aventurero en busca del Santo Grial. Ahora veo, claramente, que sólo me follas porque no somos más que animales, con instinto de reproducción. Tu ADN te obliga a tratar de tener una cría con cualquiera. Follarte a ti, es como follar con una gallina ponedora de huevos. Dejadme en paz, mujeres. Yo quiero una novia extraterrestre de una raza que no procree y que sea eterna. Una novia extraterrestre con más de 10.000 años de vida. Una mujer de verdad.

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